Asistía a cuantas manifestaciones había gritando a favor de la libertad. Era muy activa, estaba siempre defendiendo a quienes no podían hacerlo. Su voz se elevaba, la alzaba segura, potente, para ser escuchada. Sin embargo, sus actos iban en contra de todo, absolutamente de todo lo que sus palabras decían. En su vida, más que libertad, había cadenas que ella misma se ponía.
Lo peor de todo es que no se daba cuenta. Una situación que ella misma veía en otras y no comprendía. Pero, como bien dice un dicho, “a veces vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”. Una situación que más que beneficios, tan solo trae resultados amargos.
Tanto realismo es demasiado bueno y “pintas” el tema, como deberíamos hacerlo tod@s. Es muy fácil manifestar por los derechos de los demás, pero deberíamos preguntarnos desde que lugar lo hacemos. Como sugerencia; si me permites te diría que vivas unas horas o un día, con aquellos con quienes nos solidarizamos y te sorprenderás, como me viene sucediendo desde hace muchos años. Tamizar es vital, para ponerse en la piel del otro. Me encanto tu breve, pero precisa reflexión. Un cálido saludo.
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Muchas gracias por tu comentario y ¡por tu sugerencia! Un abrazo.
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Otro para vos. Y sigue así…tenes muy buen futuro.
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