Siento una angustia en mi pecho
que me hace respirar con dificultad.
Es como si mi caja torácica se encogiese,
como si yo misma en tamaño disminuyese.
Todo se vuelve insoportable,
mis pensamientos lo hacen intolerable.
La cercanía del cansancio incrementa
esa sensación que me atormenta.
Duele, joder si duele,
angustia, joder si lo hace.
Mis piernas quieren correr hacia delante,
pero yo las detengo, aunque las fuerzas fallen.
Al final no me quedará otra
que empezar a dar los pasos
que hasta ahora me había
empecinado en retrasar.
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