Dolía y no sabía por qué. Desconocía las intenciones de ese chupete lleno de espinas.
Me escocía, me hacía llorar.
No entendía nada, sufría así sin más.
Pero mis padres me lo daban ¿con cariño? Y yo confiaba en ellos. Seguro que si lo hacían sería por un motivo bueno.