He entendido el amor como un “servicio” dotado de enganche, sumisión y admiración. Me ha costado sudor y lágrimas comprender que no es esto, sino un intercambio recíproco de afecto, aprecio, ternura, pasión.
Cerré los ojos ante la evidente realidad, donde mis exigencias, caprichos y celos fueron siempre los protagonistas de mi vida. Ignoré mis actitudes histéricas y narcisistas que me convirtieron en aquello que tanto rechazaba, huía.
Ahora, puedo amar de verdad. Sin ataduras, sin pedir nada a cambio, sin exigencias, sin ilusiones… Solo sintiendo en el presente esa hermosa emoción que muy pocos pueden disfrutar de verdad.
El amor sincero, el amor real.