Existo,
pero dejo de hacerlo cuando estoy a tu lado.
Sedienta de ti me apoyo en tu pecho,
transmitiéndote mi calor,
ese que arde por todo mi cuerpo.
Existo,
pero desaparezco cuando tú lo haces.
Todo deja de tener sentido,
siento cómo me hago pequeña,
cómo dejo de importarte.
Tal vez,
debería dejar de existir por ti
y empezar a hacerlo por mí.
O quizás, tan solo,
debería dejar de existir.