Corría sin parar,
sin ceder, sin tropezar.
Corría para salvar mi vida
de una sombra que me perseguía.
….
Me quedé sin aliento,
flaqueé sin poder detenerlo.
Por mucho que lo evitase
una mano se posó sobre mi cuerpo.
….
Cada uno de sus dedos me tocó,
con sus uñas me rasgó
y con una sutil fuerza
penetró en mi cuerpo con aspereza.
….
El dolor me invadió,
un terrible ardor me consumió.
La sombra se introdujo en mí
para ya nunca más salir.
….
Creí que me volvería débil,
pero el poder nació en mí,
aunque no de la mejor manera,
la oscuridad se cernía sobre mí.