Démonos un tiempo para sanar,
para saber qué es lo que sentimos de verdad.
No es cuestión de desaparecer, sino de aprender
a estar con nosotros mismos, a querernos otra vez.
Pasamos demasiado tiempo juntos,
no respetamos nuestros espacios y eso era un lujo.
La consecuencia fue que terminamos agotándonos.
El uno del otro terminamos distanciándonos.
Ahora que estamos lejos,
ahora que hemos perdido la noción del tiempo,
somos conscientes de que aquello en lo que creíamos
era una ilusión que tan solo nosotros dos veíamos.
Porque la necesidad enmascaró
nuestra verdadera historia.
Esa que deseábamos tener,
esa que nunca llegó a suceder.