Días de mucho trabajo que evitan que mis pensamientos divaguen libremente sin parar. Sentimientos que afloran con cualquier canción y que intento controlar. Sentimientos que se acallan cerrando la boca, la mente e ignorando aquello que, inevitablemente, es cierto.
Días de mucho trabajo y de escaso descanso. Donde la organización prima. Donde el trabajo crece. Los libros duermen hasta ser abiertos para sumergirme en mundos que querría hacer realidad. Mundos que duelen y que, similar a los sueños, te hacen llorar por las esquinas de tu encierro, de tu soledad.