Si supieras que el dolor ya no es suficiente.
Si supieras que deseo todo mal que pueda provocarme daño físico alguno, comprenderías la locura que padezco.
Si supieras que mi cuerpo caerá una vez al vacío, fruto de una necesidad imperiosa de acabar conmigo, quizás, y solo quizás, lograrías comprenderme.